Era un verso que cautivo
de la estrofa se escapaba,
y rimando visitaba
a la silva el muy lascivo.
Con su estilo petulante:
elegías, cantos, odas,
nunca hablaba de sus bodas
solo rimaba galante.
Rimaba por la mañana
en la estancia, a la derecha
procurando que la endecha
le esperase más lozana.
Tampoco sufrió el sujeto
de apócope, ni delira,
aunque se llevó a la lira
con la cola de un soneto.
Quiso ser alejandrino
por el hecho de ser largo,
pero quedó en un letargo
bisílabo el muy cretino.
Tuvo a su vez un percance
que le volvió más discreto,
se quedó como un cuarteto
sin acabar el romance.
Esta fabula no es mofa:
“si tú quieres ser poeta
mantén a la rima quieta
y no te corten la estrofa *”.*