Un sutil encanto

¿Qué sería quedar adscrito a otro ser? Acaso sea una especie de fijación atemporal… experimentar , vivenciar una especie de injerto, de injerencia metafísica en el Otro…
En un momento se nos amarra a otro hasta indistinguirnos en algún sentido, en el sentido de compartirnos en cierto modo.
¿Sí la raíz del otro, cuál injerto se ha tramado, se ha diseminado, ha crecido en mí, ha de algún modo perverso engendrado, cómo darle muerte sin simultáneamente no morir? ¿No va, no vive inserto para siempre un amor injertado a nuestra alma?
Y nos es que no necesite carnadura o consumación, quizá sorprenda comprender que su perdurabilidad tenga que ver con su injerencia (como el injerto hecho a la rosa o al árbol) en el cuerpo material e inmaterial.
De allí que se sienta dolor y de algún modo se lo necesite y su cuerpo material sea irreemplazable. Y nuestros ojos tengan una inusual necesidad de sentirse saciados de cuerpo presente.
Tal vez por eso, aún mediando distancias y azares, puedo sentirte y sólo cuando tú o ello lo desean es que puedo escucharte. Y es justamente a eso a lo que yo llamaría estar unidos por nuestros seres, o que simplemente “somos” aún estando solos, alejados, pero en sintonía o por pura necesidad de conexión.
¿Estar unidos fieles al destino? Sea el que sea…
Intento dar razones para comprender que no he enloquecido, intento decir que si tomamos al amor por nuestros nervios y nervaduras, casi como si nuestro querer pudiera ser lo mismo que vegetal, una pura potencia y atracción animal, entonces nos electriza, es decir, produce electricidad y conexiones
Y una vez que la dejamos correr, circular, desconocemos sus efectos y alcances ( que nunca han dejado de poseer materialidad y quizá allí radica su enorme peligrosidad, perfección y belleza).
Y digan lo que digan, me parece absolutamente normal tener el afán y el deseo de unirse al otro, porque lo que principalmente nos gusta y agrada del otro son pequeñas cualidades que paradójicamente a nuestros ojos lo hacen grande, es decir que lo que nos apega a él serían una especie de pequeñas perfecciones (claro está a nuestro juicio), algo así como silencios, faltas de pretensiones, pretensiones, alguna que otra verdad, alguna que otra mentira necesaria para vivir… que sumada a su corporalidad nos genera tensión erótica.
En síntesis, vivimos en el Otro la sensación de una excelencia, que por más pequeña y simple que sea, nos atrae, nos enriquece, nos inspira y desde luego nos hace sentir llenos de gracia, de amor… y ello no se reduce a un puro amor carnal o romántico, quizá adquiere la forma propia de la naturaleza y, en ello, de todo lo existente, en el Otro… se ama al mundo.
Y es tal vez debido al disparo producido por el amor erótico, por su intensa electricidad que se desata una extraña (tormenta) urgencia del cuerpo y del alma. Como necesidades paralelas y que requieren de un finísimo equilibrio…
Y creo que es su fuerza y su sutil encanto, lo que nos mueve tan primaria y misteriosamente hacia algo más grande, que siempre es un otro terreno y querible…

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Gracias Pippo! Siempre avompañando y leyendo. Igual para vos, Feliz Navidad!!!:rose:[quote=“Pippo, post:2, topic:65671, full:true”]
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