María… ahora mismo estoy sentado en la mecedora oyendo el rumor de la fuente, oliendo el perfume de los jazmines, apreciando el color de los geranios con el rasgueo de la guitarra y el cante bajito,
los trinos y el aire del abanico…
y no me puedo levantar.
Se siente la fragancia de tu poema, sinestesia total del corazón que goza “in situ” de ese hermoso patio…tus poemas son viajes y acomodos del alma. Un abrazo requetegordo.
Ahh que maravilla de aromas, de colores, de cante, de frescura en esos únicos y deslumbrantes patios, todo un amor, un vergel de versos y de miradas, amiga!!!