Me desperté y entraba el sol por mi ventana.
Tenía tantas ganas de comenzar el día…
Después de un buen descanso, todo mi cuerpo emana
vitalidad, felicidad y energía.
¡Me entusiasma el trabajo que se avecina!
Así que salté de la cama sin pensarlo
y seguí el olor del café hasta la cocina.
El desayuno… hum. ¡Cuánto te gusta prepararlo!
Tú también estabas muy contenta,
porque te encanta el trabajo al aire libre
de hermosear la Tierra, eso nos alienta,
con una cuadrilla de amigos de tan alto calibre.
En realidad, todos somos amigos ahora.
Ya hace tiempo, desapareció la gente mala.
Nos sentimos seguros, la bondad es la mentora,
el recelo no te paraliza, ni el temor te acorrala.
Es tal la paz que se respira en el mundo,
que ha llegado a afectar a los animales,
No son salvajes… el cambio ha sido tan profundo
que no hay peligro con ellos, son criaturas leales.
Cuidamos de la fauna, la vegetación, del planeta
y son tantos los regalos que nos devuelve:
un hermoso hogar, los alimentos, salud perfecta…
De los daños que le hicimos nos absuelve.
Porque ahora no existe la enfermedad,
tampoco tullidos, viejos maltrechos o decesos.
Nuestros organismos pletóricos de vitalidad
renuevan las células en un perpetuo proceso.
El ambiente es sano y comemos saludable,
nadie se preocupa por el alimento,
hay abundancia y variedad deleitable
sin vallas, tapias, alambradas, ni cerramientos.
Cada cual recolecta lo que necesita,
no hay persona que viva en la indigencia,
que no tenga cobijo, un hogar, una casita
donde refugiarse en feliz convivencia.
Todos los niños juegan alegres y se les enseña
sobre todo, los buenos valores de la vida.
Si algún invento nuevo alguien diseña,
el saber se comparte, no existe gente aburrida.
Con inteligencia, la Tierra se va poblando;
siempre se aprende y se descubre algo nuevo,
mientras la humanidad el espacio sigue explorando
para extender la vida a otros mundos longevos.