Un lugar que no conocemos

Monti es un lugar ubicado en un valle en el que nunca es invierno ni tampoco verano. De la primavera quedan las flores y del otoño sólo el naranja de los árboles. De esta combinación de estaciones, han nacido criaturas que siempre miran al cielo, que andan de un lado a otro de dos en dos y que se comunican por el tacto. Parecen humanos, pero han perdido el color de la piel. No son todos iguales, pero tampoco es fácil distinguirlos. Se mueven despacio y caminan como si estuviesen leyendo un libro, como si leyesen el mismo todos. A veces se paran de golpe, agachan la cabeza como esperando a acabar un capítulo, como pensando el final y meditando una misma conclusión. Son seres extraños y sumisos.

A Monti llegué en verano, y desde entonces no he vuelto a pasar calor ni tampoco frío. Yo también he empezado a mirar hacia arriba, aquí no hay nadie con quien cruzarse unas palabras. No parece que hablar esté prohibido, pero nadie nunca te contesta. Quizá pueden oírme, pero no parece importarles. Aquí la vida fluye sin más.

Al poco de estar aquí uno de estos seres se acercó, me miró fugazmente y me cogió de la mano. Desde entonces, deambulamos juntos por Monti sin voluntad alguna de tocarnos mucho, de contarnos nuestras cosas y compartir algo con el resto. Y es que aquí todo eso no hace falta.

A las dos semanas, volví a tener la sed de mi último recuerdo; y revivirlo una y otra vez me provoca siempre la misma sed.

He decidido ocultarla porque mi compañero no para de darme agua. Para conseguirlo, he empezado a mirar más al cielo y sonreír sin parar. Se me hace duro, pero parece ser la única manera de evitar que me den de ese agua que, por alguna razón, me impide tener recuerdos.

Llevo días sin beber y ha crecido en mí el deseo de deshacerme de mi compañero. Cada vez que trato de soltarle la mano, se recuesta sobre mí y no tengo forma de moverme. La idea de escapar empieza a tomar fuerza, pero tengo que esperar a que anochezca. Aquí el sol solo se pone muy de vez en cuando.

Llevo días mirando al cielo agarrada a mi compañero sin tener pensamiento alguno. Debo de tener cuidado porque si me despisto, recordaré algo y se me echará encima. De alguna manera que no consigo comprender, él puede recordar conmigo.

Ayer, al caer la noche, mi compañero me miró. Era la primera vez que lo hacía desde que me cogió de la mano, pero esta vez no lo hizo igual de rápido. Se tumbó a mi lado y no dejó de observarme hasta dormirse. Todos descansaban en parejas sobre la hierba, que aquí es fresca, pero no humedece. Yo no podía dormir, eso de quedarse dormido no es fácil en un lugar donde nunca estás agotado; donde la vida no es un hastío y donde no ha pasado nada que puedas llevarte al sueño. Y fue esa falta de sueño, confundida con el cansancio de mirar hacia arriba, lo que finalmente me impulsó a escapar de ese letargo tan prolongado.

Probé a levantarme, soltándome poco a poco de la mano de mi compañero, y lo conseguí. Salí corriendo y lo hice tan rápido que el corazón casi se me sale del pecho. Paré un momento y me senté en el suelo para recobrar la respiración. Al levantarme noté que tenía el pantalón mojado. No sabía dónde estaba, pero estaba lejos. De repente, una nube empezó a descargar todo el agua que no había querido beber hasta aquel momento, y sentí que la huida se me escapaba. Era el agua, ese agua de mi último recuerdo, el agua de Monti, el agua del olvido.

Desde aquel día no consigo añadir a mi memoria ningún otro recuerdo y la sed de aquellos días se me repite cada vez que dejo de mirar al cielo.

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¡Excelente! Me encantó la originalidad y esa manera de pasearnos por Monti y hacernos sentir ese desespero del olvido involuntario.
Lo imaginé como una metáfora del Alzheimer.
¡Te felicito!

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Me pellizca el corazón tu relato.
Yo también tuve a alguien en Monti. O quizá ella me tuvo allí a mí como guía. No sé, todo era tan confuso… Ya sabes.
Por cierto, muy bien escrito y desarrollado tu texto :clap:
Un beso :kissing_heart::hibiscus:

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Ay, gracias! :heart: :heart:

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Todas tenemos un Monti, nosotras también. Besitos mil, bonita! Ay! :kissing_heart: :heart:

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Ay, muchas gracias, Rebeca :heart:

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:clap::clap::clap:Me encantó :astonished::star_struck::heart_eyes: creo que Monti es la estrella que se ve desde el monte vigía al poniente desde Tif. El año pasado escribí una mini historia, que era tan fantasiosa, un capítulo lleva por título " La enfermedad del sueño" Y es un vicio/virus que se había colado o llegado a Tif y no se sabía quién lo había producido :face_with_hand_over_mouth: creo que fuiste tú :sweat_smile::joy::rofl:. Tu relato me ha abierto las ganas de continuar con la historia pendiente. Gran abrazo

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Ay, yo quiero leer esa historia tuya!!! Y gracias, bonita ere! :heart:

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Muy bueno tu relato! A medida que vas leyéndolo te va atrapando hasta llegar a esa conclusión final, el agua del olvido…
Casi todos tenemos o hemos tenido un habitante de ese lugar.
Un abrazo, Tali!

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Gracias, María!! :heart: :heart:!

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