En el cajón de sastre del poeta
solo hay remiendos de un pasado extraño.
Nostálgico, amoroso… año tras año;
quien escribe el futuro, ese es profeta.
Ese es Fidel, surcando la meseta,
vigilando el Turquino y el rebaño.
La paz, la escuela… el último peldaño:
el hombre que no compra una peseta.
Y esa bandera, el canto que enarbolo,
es sangre y corazón que, en la prisión,
solo ve su querida…
Un hombre de verdad daría solo
por un latido de ese corazón
cuantos le da la vida.