Un día histórico: 18 de noviembre de 2012

Hoy es, sin duda, uno de esos días que pasarán a la historia, al menos para mí y para otros que están muy cercanos a mí. ¿Por qué? Sencillamente porque hoy puedo afirmar que se cumple el aniversario de oro de mi nacimiento, porque no todos los días, no todos los años uno puede decir que tiene medio siglo a su espalda. Exacto, hoy cumplo medio siglo, o para decirlo de una manera menos impactante, hoy cumplo 50 años. Estrenar el 5 como cifra mandataria es duro pero a la vez indica que puedo contarlo, que hasta aquí, al menos hasta aquí, he llegado. Llevaré ese 5 durante 10 años y quisiera que fueran tan buenos como pudieron ser otros antes. Sé que tendré momentos difíciles, como ya los tuve; momentos preciosos, como también conocí; pérdidas irreparables, como ya sufrí; amistades nuevas, como he tenido; amor y odio, como siempre hay; vida, porque vida es.
Decir 50 años es decir mucho. Nací en una España con muchas carencias en la que empezaba a despuntar el sector turístico; la España franquista, en la que la gente tenía miedo por decir lo que sentía realmente. En aquel tiempo existía un premio a la natalidad, así que, es posible que más de uno de nuestros progenitores se decidiera a ampliar la prole para conseguir el premio… El resultado es que hubo un boom de natalidad y la generación a la que pertenezco es producto de ese boom y de ese premio, aunque creo que muchos no lo recibieron. Fuimos una generación masificada, que cuando llegamos a la edad de poder entrar al mercado laboral nos encontramos con problemas graves de desempleo y por tanto, también fuimos una generación muy castigada por el paro; imagino, que en consecuencia, también seremos la generación que cuando nos llegue la hora de jubilarnos, también tendremos problemas para poder cobrar la prestación de jubilación, y más aún tal y como están dejando el patio algunos que no quiero nombrar.
Puedo decir que fui a EGB y a BUP, que no todos los pueden decir, porque antes y después el sistema educativo fue diferente. Tuve el privilegio de poder jugar en la calle a muchos juegos divertidos, cosa que hoy día es casi imposible, sobre todo en las grandes ciudades. Jugábamos al coger, al esconder, a piola, a la lata, a la piedra, al elástico, a la cuerda, al tocadé, a las cuatro esquinas, a contar historias de miedo, a contarnos qué niño nos gustaba, a la pelota, a muchas muchas cosas. Pude salir a la calle a pasear con las amigas, con los amigos, poco a poco, con restricciones horarias, con muchos límites, cosa normal. Me dejaron quedarme a estudiar en casa de amigas, por las tardes y por las noches, y también me dejaron traer amigas a casa para estudiar, por las tardes y por las noches; esas veladas fueron inolvidables porque eran momentos de estudio, pero también de confidencias, noches de encuentros y fiesta de pijamas. Disfruté de la llegada del teléfono a casa, y de la televisión, y más aún, de la televisión en color, que nos demostró que en la pantalla las cosas también se veían como en la vida real, con todos sus colores, y la vida empezaba a dejar de ser una aburrida casi estática imagen en blanco y negro y podía degustarse en su dimensión real a todo color; pudimos comprobar que hasta la carta de ajuste tenía colores…
Disfruté de Cleo y sus peques que se iban a la cama, de Locomotoro, los hermanos Mala Sombra, de La casa de la pradera, Aplauso, La bola de cristal, Sesión de noche. Me fui muchas veces a la cama cuando aparecían aquellos odiosos dos rombos en pantalla.
Disfruté también del cine, una o dos veces al mes; ir al cine era todo un acontecimiento. Años más tarde tuve la desgracia de ver cerrar los grandes locales de cine, primero, y luego otros menos grandes. Ya no hacían falta locales tan grandes para ver películas y empezaron a sustituirse por salas más pequeñas. Una lástima que muchos de esos cines fueron reconvertidos en bingos, discotecas, palacios de congresos…
Discotecas: en aquella época ir a la discoteca era todo un acto social porque no solo ibas a bailar, a tomar una copilla, a charlar; también ibas a ligar o a ver cómo otros ligaban. La vivencia daba para rato porque luego durante días después había tema de conversación suficiente como para llenar horas e inventarnos el mundo.
Pasé de puntillas al lado del oscuro mundo de las drogas. Probé y consumí alguna pero, afortunadamente, siempre tuve la madurez y entereza suficiente para no rendirme en brazos de ninguna, dejarlas a derecha o izquierda, pasar por el medio, y no rozar siquiera las más dañinas. Por desgracia he visto con mis propios ojos en carne ajena el devastador efecto de las drogas.
Las tardes de pipas sentados en los bancos de la Plaza del Rey, las eternas vueltas a casa a la salida del Colegio de las Carmelitas y luego del Instituto Isla de León. Las miradas furtivas cruzadas con el niño que te gustaba y te cruzabas en el camino al colegio todos los días, pero que nunca tuviste la osadía de hablarle, ni él a ti.
Años más tarde, las cervezas o los “Pedro Jiménez” en La Gran Vía, con charlas y charlas con las amistades en tardes y noches que nunca se borrarán del recuerdo.
Viví la movida en los 80 y hoy día son las canciones de ese momento las que más me gustan, las que más me identifican. Pero la movida no sólo fueron canciones, fue todo un estilo de vida, y aún hoy día los de la generación del boom de natalidad, que también fuimos la generación de la movida, llevamos un sello especial que nos hace diferentes, y a mucha honra.
Compaginé trabajo y estudio en una universidad en la que la relación profesorado alumno era envidiable. Aunque no pude asistir siempre a clase, como otros compañeros y compañeras, no cambiaría con nadie mi paso por la universidad, las tardes de tertulias en el patio de la Facultad de Filosofía y Letras, con La Caleta de frente; las salidas con conferenciantes a tomar un vino y otro por los bares del barrio de La Viña… Mis profesoras y profesores, compañeros y compañeras, que siempre llevaré en el corazón. Después vino mi mudanza a Sevilla, abrirme paso sola en una ciudad cercana a la mía, pero nueva para mí. Mi trabajo me seguía llenando como lo hace hoy, a pesar de las dificultades y las injusticias que me han cruzado por delante, pero la mayor satisfacción siempre ha sido ser útil a los demás y, cuando alguien me ha dicho lo mucho que le he ayudado, tratándose de algo hecho por obligación pero con mucha gana por mi parte, ahí he sentido que mi trabajo tenía sentido porque aportaba a otros lo que necesitaban, en el momento apropiado, y la satisfacción de haber ayudado es la mejor satisfacción.
Seguir en Sevilla, seguir estudiando, seguir trabajando, formar mi propia familia, asumir nuevas responsabilidades, nuevos roles, nuevos retos…, crecer, seguir, vivir, educar, enseñar, intentar todos los días una meta: ser feliz y ser consecuente con mis principios, sin olvidar quién soy, de dónde vengo, lo bueno y lo malo del pasado.

El primer beso, las primeras manitas, la primera y lastimera cogorza, las merecidas reprimendas en casa… (bueno, que tampoco fueron tantas, que en el fondo yo era buena). Los peligrosos juegos con la anorexia y las inteligentes charlas de mi padre, que me hicieron ver el camino correcto. El apoyo incondicional de mi madre para que estudiara. El empuje de mi padre para que fuera una mujer independiente. Los pilares básicos en los que aún asiento mis principios.

Pude asistir a la muerte de Franco y la disolución de su régimen. Se abrió un nuevo escenario para el país, para los españoles. Sé bien lo que es vivir en una recién nacida democracia que por poco casi coincide con mi mayoría de edad, lo cual fue un alivio, porque durante muchos años he respirado aires de libertad, los que me filtraban aquellas charlas con mi padre, los que se sentían en el Instituto entre los compañeros y compañeras más progresistas que no callaban su voz, aunque la levantaban tímidamente… esas visitas furtivas a La Casa del Pueblo en las tardes a la salida del Instituto… Luego llegó la autonomía de Andalucía… Entre medio de todo casi nos derrumban las torres con el intento de golpe de estado del 23F, donde supimos dar una lección de unidad y democracia… Hoy, por desgracia, la situación no pinta bien, y parece que vivimos en un cuento de mentiras, injusticias donde todo ocurre como si fuera el mundo al revés. Espero y deseo poder ver pronto una evolución hacia un lado mejor de la realidad, que nos devuelva derechos perdidos y nos deje seguir creciendo recuperando, al menos, lo que teníamos hace un año.

He trabajado, estudiado, amado, parido, llorado, reído… He vivido. Y posiblemente me deje mucho entre las teclas, por no decir en el tintero, pero no quiero alargarme más, porque el día histórico de mis 50 recién estrenados pronto pasará a la historia, y quiero publicar esto antes de que el día acabe. Voy a poner todo mi empeño en vivir como hasta ahora, en vivir cada día y cada momento como si fuera el único, como si fuera el último.
A mi padre, a mi madre, a mis hijos, a mi pareja, a mis amigos, a todos los que han pasado por estos años y me han dejado una huella imborrable, estén o no. Gracias. Todos me habéis enseñado algo, todos estáis en mi corazón. Sigo adelante, con vosotros, por vosotros… otros pocos de años más… hasta que se agote el tiempo, hasta que mi reloj se pare…


PD
Quiero dedicar una especial mención a Miliki, uno de nuestros payasos que nos hizo reír por encima de todas las cosas, pero sobre todo, nos hizo sentir orgullosos de haber crecido y vivido en los '80. A él, un recuerdo imborrable y un deseo, y siga siendo Miliki y haciendo reír allá donde vaya.
Descanse en paz. Murió hoy, 18 de Noviembre de 2012, a los 83 años de edad.
Gracias Miliki

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Felicidades, tardías y quizás a tiempo. Felicidades simplemente por cada década vivida, por cada lustro disfrutado y sufrido. Felicidades nada más, por la alegría de haber vivido tanto, espero con tanta intensidad como la que se respira en tus letras.

Felicidades.

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Gracias!!! Sí, esa intensidad transmitida se ha vivido!!! Gracias por las felicidades!!!

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