Maldita sea mi estampa,
¡qué trampa!
Loco estaba por tus huesos,
¡tus besos!
tus ojos… me sonrieron
¡se fueron!
Y aunque siempre me mintieron
cuando tu piel he rozado
mis labios han olvidado…
¡qué trampa tus besos fueron!
Antonio Marín Segovia (Flickr, CC BY-NC-ND 2.0)
En tu excelente ovillejo, tus versos se me presentan como un lamento de desengaño y pasión. Unos besos que, a pesar de su engaño, dejaron una huella imborrable en los labios, una trampa irresistible en el corazón.
Gusto leer tu poesía de nuevo estimado @osvid
¡Muchas gracias, maestro!
Comencé escribiendo el poema para el reto sobre las despedidas… pero tan pronto me despedí de ella, volví a caer en la trampa de sus besos.
¡Cuánto sentimiento en sus versos! Me gustó leerlos!
Los besos atrapan. Bonito ovillejo.
Y aún así, se siente un “pero qué besos!” 
