Tu orgasmo

Al pasar por Chamartin te diste cuenta de que te olvidaste tus cascos, apretada en el vagón entre la gente, para hablar por el movil y aun te faltaban dos estaciones para liberarte del ruido y poder salir y hablar tranquila camino de tus clases, cuando empezaste a sentirte húmeda, a sentir escalofríos, a ponerte nerviosa y bajaste tu mano hacia tus piernas, no te lo podías creer estabas teniendo un orgasmo.
No podías dejar de pensar que es lo que te sucedía, que intentabas girar tus pensamientos hacia otro lado que no te provocaran sonrojo y querías engañarte para no confesar que estabas corriéndote de una manera placenteramente escandalosa.
Al llegar a tu estación sales apurada chocando con todo el mundo y buscas un cuarto de baño donde mojarte la cara, refrescarte e intentar analizar lo sucedido, pero sigues nerviosa, se te caen los libros, no puedes dejar de temblar y entonces lo ves claro, lo entiendes. Dejas todo en el suelo y te das la vuelta despacio. Tus ojos se cierran por un instante hasta que sientes unos labios besándote.
Lo sabías.
Tu cuerpo no dejaba de decirte que él estaba esperándote, que tu mente sabía que hoy volverías a hacer el amor con el, que os contaréis absolutamente todo para descubriros mutuamente que en realidad sois esclavos del sexo, viviendo en una ciudad donde millones de almas juegan a la frialdad capitalina de no sentir nada por uno mismo.
Y ya no puedes dejar de mirarle… lo amas.

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