Tú, habitante y extranjera de mis horas en crepúsculos decapitados,
llevas en tu espalda el ruido de una pajarera.
Corres en la memoria de los enlutados
y sufres en tus ojos, el margen confuso de un día en que no me has hallado.
Visitaste mis ojos, y guardaste la vida frutal de tus senos
en los montes de mi fatiga. Retienes en tu cuerpo de trigo para mi,
tu alma suave y afilada en profecías.
Trabajo de alquimia, la temperatura de mis cimas
como una fruta, ciclos de agua en tu boca.
Alargando en mitades mis reliquias, arrastrando la sal de mi memoria,
seré capaz de definir el origen de la ofrenda de mis ojos, para tu alma.
Si mal no recuerdo, fue san Juan de la Cruz quien observó en los pájaros ( y en la pajarera) el símbolo de las operaciones matemáticas, yo aún sigo buscando números en las pájaros, porque los símbolos universales de todas las cosas que se.pueden sentir, las encuentro en los poemas de @hectorgaibor .
Te confieso algo, Domingo, pensé en cuestiones geométricas en la intuición de este poema. El equilibrio de los números, de las formas, el balance entre el sentir primitivo y el intelectualizar ese sentir. Un abrazo grande mi amigo poeta!
Muchas gracias mi querida poeta por la calidez de tu comentario… Lo que era detrás, la sombra de un jinete, con tus palabras, se han hecho alas amarillas para afilarme en el viento. Un abrazo enorme, querida María.