Tu espalda morena y cálida

En la suave penumbra
de mi habitación
tu espalda morena y cálida
rompe, sinuosa,
la sobria estética de la cama.

En perfecta curva, el hombro
invita a deslizarse por él
como por una pendiente sin fin.

Y allá arriba, sobre la almohada,
tu cabello negro,
y detrás, a trozos, la cara,
serena en el sueño.

Y tu mano sobre mi pecho.

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