Un barrido de frecuencias
interumpe y rompe el cielo;
un segundo avión
parpadea entre las nubes.
La indolencia sonajea
mientras la luna se despide;
más blanca que siempre
ya se escapa con el viento.
Y este último con prisa
hace cascabel al alambrado.
Un paso y duda,
dos más y se resigna.
las pistas de lluvia en las hojas,
impregnan un aroma de angustia.
Qué fácil era ser eterno
cuando mamá cargaba tu aliento.
Qué alegría y qué consuelo
cuando papá sostenía tu espalda.
Hoy sólo son colores
de postales mentales muertas.
Un cuarto, un quinto paso,
porque siempre así lo ha sido.
Sin poder detenerse nada
entre segundos y minutos
a reposar entre sus sueños.