Un dulce perfume arde
en el jardín oculto,
donde sueñan los cisnes
con el canto del búho.
La luna tiñe el lago
con un destello glauco,
entre tibios nenúfares
y soñolientos claustros.
Una música se alza,
tímida, entre los juncos
que bordean el agua,
detrás de aquellos muros.