Aquí vamos otra vez, sueltas mis manos
y cuestionas mi accionar ante las injusticias del mundo, el hambre de los desvalidos, el miedo de los abandonados, el nudo en la garganta de los inocentes que son corrompidos, lo ves en mí mirada el terror de conocer la miseria humana y no saber que hacer ante ella, solo asentir y continuar caminando, las voces del sufrimiento no dejan de clamar mientras estoy en silencio. Puedes verlo en mí mirada,
te asusta hacía donde voy…
Aquí vamos otra vez, te dejaré para encontrar las respuestas que no sabes cómo darme, te asusta que pueda remover viejas heridas e ignoras las que hacen estas mentiras que cuentas. Mírame estoy frente a ti y no tienes el valor de hablarme con la verdad dolorosa, no puedo seguir fingiendo que los ojos apagados que me vieron a través de aquel niño abandonado no existen. No quiero hacerlo, me esta sumiendo en una decepción que amenaza con asfixiarme. Puedo verlo en tú mirada,
me tendrás a tu lado si estoy callada.
Aquí voy otra vez a renunciar a lo que idealice, la fachada se cayó, las mentiras se vinieron abajo también, no soy quien que se quedaba callada. Quiero gritar a los cuatro vientos que veo decadencia, los servicios, las familias, las infancias y la confianza, y que se puede hacer algo si se ve más allá de los números que se registran para impactar al mundo sobre la ayuda que se da. Mentira, el sistema está corroído,
ya no importan las personas, solo el dinero que se invierte en ellas, sufrir y ser vulnerable se convirtió en otra transacción
a la que las organizaciones quieren apuntar.