Al recogerlo en la escuela agarró mi mano:
—Abuelito, ven. ¡Desaparéceme para que vean! —Imploraba.
—No. Despídete. Vámonos.
—No me creen…— Lloroso— ¡Desaparéceme!
A regañadientes se dejó llevar. Nos detuvimos bajo un árbol.
— ¡Atiéndeme! No soy mago. La magia no existe. Son trucos…
—Mentira… Tú desapareces la pelota y me hiciste invisible.
Saqué la pelota de goma del bolsillo, la oculté en mi sobaco.
—Ves…, así desaparece. Es truco.
Contrariado insistió:
— ¡Tú me pusiste invisible…!
—Lo acordé con tu papá: Fingió no verte ni escucharte…
Sollozando interminablemente, me hirió con su mirada…
—Pero… ¡No me digas eso, abuelo!
@Saltamontes (02/12/2018 05:18)