Mi corazón se impone al pensarte,
desaparece al mirarte y no verte.
Y no vuelve, porque no puede
con ese frío siempre presente.
Me protejo
porque no te entiendo.
No sé quién eres
ni quiero saberlo.
Entonces, me miras,
me ves sufriendo.
Ni te inmutas
y te vas sonriendo.
Cuando creí haberte perdido,
te abriste paso entre la multitud,
creando ese imán que solo tienes tú.
Entonces me dio igual tu oscuridad,
mis ojos no pudieron evitar
seguir a esa luz que un día les dio la libertad.