Un nudo en el pecho,
como raíces que aprietan la tierra,
se retuerce el amor,
se quiebra la rabia.
La alegría danza,
un destello de sol en la piel,
pero se esfuma,
como humo que el viento no ve.
Tristeza,
un río lento,
arrastrando recuerdos
que pesan como piedras.
Y el miedo,
susurro en la sombra,
teje redes en la noche,
atrapa el aliento.
Sentimientos,
olas que chocan,
se alzan, se rompen,
y vuelven a nacer.
No hay orden,
solo caos que canta,
un verso sin fin
en el latir del alma.