Está anocheciendo. Son las seis en punto de la tarde. Todo ocurrió de pronto. Las ventanas abiertas, el cielo enrojecido, los perros impacientes, los sueños en los escaparates, un pajarillo displicente, la palabra pendiente; tu risa, ¡ah, me gusta tanto tu risa! -Las horas, transcurriendo despacio. Las luminarias encendiéndose en hilera. Juntos caminando por los alrededores disfrutando la delicia de la noche y admirando de lejos el sembrado de trigo que, en la penumbra se agita empujado por el viento.
Una dulce mirada suavizando las cuatro extremidades en medio del silencio de los dioses. Y regresar a casa con la mesa servida, las caricias amontonadas por todos los rincones y la espera saboreando el regreso sin soles inclementes que lleguen desde el Este, ni bordes indescifrables arruinando esperanzas. Todo ocurrió de pronto. Cuando amanezca, sabré por fin si tu amor es suficiente; si no he pasado la noche con mi última reliquia dibujada en un pálido infinito y si volviste…sin irte.
Qué descripción fascinante,tan real,tan vívida y sin obstáculos que se interpongan para dar ese final feliz… aunque nuestra mente no se acostumbre a la felicidad del momento!
Un gusto leerte, Lucía!
Saludos afectuosos y llenos de luz!
@luciagomez1956
Una dulce mirada, suavizando las cuatro extremidades en medio del silencio de los dioses. Y regresar a casa con la mesa servida, las caricias amontonadas por todos los rincones y la espera saboreando el regreso, sin soles inclementes que lleguen desde el Este, ni bordes indescifrables arruinando esperanzas.
cuán hermosa escena de dicha pletórica pintan tus versos, una buena vida, con un buen amor !!
