El tiempo que te di
tiene la edad que ya no encuentro,
hace ya una vida
que teníamos el corazón sin reglas.
La piel que te di era
más de la que tenía en las manos,
para cada tacto siempre
tenía el recorrido de una gota
de lluvia.
Los ojos que que te di
crecían desde el suelo al cielo,
tenía un mirada verde,
las mejores vistas no
siempre daban al mar.
El camino que te di
siempre estuvo alumbrado
por dos lunas,
había más hierba que piedras
y más pasos que huellas.
Todo lo que di,
nunca fue mío, todo era de nadie,
también en los perdedores
está la suerte, porque quién
lo da todo nada puede perder.