Ese mágico beso,
de la primera vez
arriba a tu alma
y dice lo que nunca
una palabra de amor
en alas de paloma blanca
tan quedito pronunció.
Es la chispa que pondera
a la llama ardiente
que no desaparece
y al octavo giro al sol,
con fuerza perdura
y nunca muere.
Es la gota de rocío
a diario, en la hoja verde,
la palabra en el oído,
la mirada cómplice;
es así de fácil abrazar el cielo
cada día y para siempre.
Se deshace en alaridos
la acechante rutina;
no cabe entre las manos
que dan agua al dominó,
ni entre las almas entrelazadas
sentadas en el sofá
debatiendo las escenas
después del peliculón.
Fue breve la primera vez,
cálido y casi a hurtadillas,
tierno para almas longevas,
insatisfechas y anhelantes.
El beso, volvió a por más
y se quedó en las mañanas,
en las llegadas,
en las despedidas,
se quedó en la cocina,
correteó por el salón
y se multiplicó en la cama.
Eso son los amores hermosos, los amores por siempre, que aun existen y algunas parejas de machismos años juntos pueden disfrutarlo. Me identifico con tu tierno poema. Abrazos
Qué bien!!. Este verso da cuenta que tocaste el cielo. Un gusto leerte.
“El beso, volvió a por más
y se quedó en las mañanas,
en las llegadas,
en las despedidas,
se quedó en la cocina,
correteó por el salón
y se multiplicó en la cama.”
Hermoso cuando los sentimientos alcanzan a tocar el cielo.
Cuándo ese beso inquieto vuelve para no querer despedirse.
Versos pintados con la acuarela del amor!
Hermoso poema!
Saludos cordiales, Edel!