(Título a elegir)

Crecen destiladeros en las familias:
unos son de abrazos,
otros de cuarto oscuro.

Betún en los zapatos viejos,
sonrisas ásperas y excusas,
piel sin pulso.

Crecen habas,
y luego nadie quiere recogerlas;
las familias, inviernos
tempranillos.

Un cuarto gris,
apenas entra luz.
La conciencia te ciega
y preguntas:
¿Por qué estoy aquí?

Áspero dolor
que se hace de rogar.
Velas encendidas,
mentes apagadas
como corazones.

La noche entra,
nadie hace caso.
Ven una luz irrompible,
las mentes se ciegan al ocaso.

¿Por qué los vasos se rompen?
¿Por qué?
¿Por qué mi alma es de fuego?

Y mi corazón, un posavasos
para coces sin aire de sol,
para puñaladas traperas.
¿Quién? ¿Yo?
Yo no he sido.

Hormigón tapando la vista,
y llorar siendo el complacido.
“Ya no más silencio”, me dicen,
¡y ni siquiera estoy dormido!

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Es un poco personal el poema