HOY ES NUEVAMENTE CINCO.
Todo me hace recordarte y darte a luz.
Aquí van tus versos
que no hacen más que poblar mi ausencia de ti
…
De mi huían las estaciones, la noche me ofende.
Para sobrellevar me forjé con tu aroma,
te recibí como flecha al arco.
Lenta la tarde y lento el aroma del fuego primigenio
la noche desapareciendo en tus ojos
girasol triste, en ti el fuego arde y canta, canta y arde.
Veo en torno a ti la estrella del opaco espacio
va mi cintura de hojas preñadas de luz.
Tu voz de flechas dormidas que rompen el viento,
surca el atardecer en la piedra, dobla su camino.
Así te veo, alma desordenada en un campo abierto
se dobla mi silencio cuando decide tocar tu pecho.
Siempre van conmigo las estaciones y la lluvia.
Mi violín de carne te toca.
Me dicen que soy poeta ¿soy uno de ellos?
Los poemas ya estaban en ti como los peces
en el fondo del río,
es esto lo que descubrí en ti:
hacías bosques con tan solo mirarme;
música amenazada de un labio tuyo a otro;
te vi recorrer acantilados danzando en plié;
tu luz amenaza las olas y la luz que se imagina.
No sé qué buscabas y no pude dártelo,
ahora se que lo he perdido todo.
tu música
tus peces azules
tus muslos blancos
y el lunar de la luna en tu pierna.
Quise ser feliz dándote y dándome todo.
Ahora sé que es inútil guardar un tesoro
es inútil quemar el agua y verla caer después.
Ahora veo el oleaje de un tigre
y el amazonas descubrirse con un solo ojo.
Veo de reojo al anciano y a la paloma del parque.
La misma llanura amplia y grande y el sol
veo en tu sonrisa;
veo el arma y el aroma y naces.
La luz gira sobre sí misma y se dispara,
entra la noche en la razón y juega a ser yo.
Luz sobre el vidrio y sobre el otoño y sobre ti.
El alba deja huérfano al bosque.
No hay luz que su luz se imagine, entiendo que
mi luz es tu luz que me niega.
Me mirabas y nacía un bosque.
Ahora hay un espacio enorme de rosas y lunas
más lunas que rosas, más incendio que flor;
terrazas donde la luna se adorna con rosas.
tu pecho es una de ellas y tu hombro es la luna.
Te doy la flor y este poema.
Corta el incienso y mi carne. Sopla en mis huesos.
Que la noche caiga sobre la noche
Hoy parece que la lluvia estrena un perfume nuevo,
cambia de clima mi corazón.
Hundo mis raíces en la gota. Me apresto
a cantar de pie en otro poema.
Estoy retirado de las orquestas; miles de hojas
chocan contra el árbol ahora.
El viento desaparece sin adornos, el ala feliz
se posa en el pájaro.
Hay un beso que pide exilio en el verano.
Se va llenando la noche de surcos danzantes,
hojarasca; miel; savia y nácar.
Subías por mi costado como estrella en la noche
dulce jardín torcido de azul en mitad de mi alma.
Tu estancia es de humo, de cedros,
¡Cuánta guerra ahora!
Más allá de mi costado, ¿arderás como savia emergente?
Galopa tu alma como animal errante
y riega inciensos azules por donde ya has pisado.
Tu hogar inexacto
tu pausada armonía de quedar más allá,
en otra parte.
Mis manos chocan con estruendo aferrado
a la colina, a los runas, al aire
a la desilusión.
La excusa tuya el tiempo, el maldito tiempo
de ver la hoja quebrada bajo la sombra,
ver caer la noche sobre el árbol y bosque.
Tu circunstancia de borde,
tu caminar blanco
la terraza de la luna tu hombro
tu lunar en la pierna izquierda y en el mundo;
su oportunidad
y mis prisas
Justamente hoy, aquí
en esta terquedad del lenguaje, en la articulación
de la montaña,
en el torcido mundo del invento
donde casi siempre te pienso y
te pensaron otros.
Yo, runa azul
Alexander silva
longo, escribidor, cántaro sin dueño
bailador, ango
amor pirata, ankas, columna de mar.
Pido tu exilio.
Tierra de perla abandonada en mi tierra oscura.
Amor duro más que mi necedad.