Los perros, cuando ladran,
o tienen hambre
o tienen miedo.
Los políticos no pasan hambre,
por lo tanto,
cuando ladran,
tienen miedo
-a perder su silla-.
En sus recalcitrantes peroratas,
dicen perseguir
lo mejor para el pueblo.
Lo mejor para el pueblo
sería que, muchos de ellos,
perdieran -para siempre-
su silla.
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Muy bueno, así es tal cual y me temo que por los siglos de lo siglos, poeta!!!
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Mejor no se pudo haber dicho. Bravo!
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Gracias amigo,
un abrazo.
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Así será, Ana María, me temo que tienes razón, por los siglos de los siglos.
Abrazotes.
Gracias, amigo, por tu alago.
Un abrazo
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Me temo que tienes razón, en todas partes es igual.
Un abrazo.
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