En las calles iluminadas
brillan luces de alegría.
Flota el viento de la Navidad
entre la muchedumbre que pasea
con sonrisas en los labios,
con ilusión en las miradas,
con las compras en sus manos
y con alegre algarabía.
¡Cuando es tiempo de sabor a rosas
no preocupa ninguna cosa,
y lo que ocurra alrededor,
no importa!
Por una calle apagada,
oculto tras la penumbra
y arrastrando su paso vago,
camina un hombre solitario
con el corazón encogido
y tristeza en su mirada.
Como cada año que pasa,
camina a solas con sus pasos
remolcando su desgracia.
En lo alto de su cielo
ninguna estrella le guía
por la ruta de los Reyes Magos.
¡En este tiempo de sabor a rosas,
nada nuevo en sus alforjas!