Con la luz que guardé
de los días en que había de más,
hoy ilumino y caldeo
los cubículos vacíos,
angostos y oscuros…
Lánguidos los dedos,
que buscando y palpando
dan pasos por las paredes rugosas.
Vuelco sobre los suelos
los restos lumínicos…
y así,
en semiluz,
me acomodo a los tiempos
que imponen su sonoro tic-tac.