No necesito creer en cuentos de hadas
si cada mañana de enero
es el roce de tus pies bajo la sábana
quien me arranca del letargo.
No necesito pedir deseos
a estrellas que rutilan en la noche,
no busco perlas en el averno
que me concedan cada uno
de mis fútiles anhelos.
No busco alcanzar al Dios de turno
con mis dedos,
qué va,
todo lo que pido cada noche baldía
al cielo
es que detenga unos segundos el tiempo
con tal de verte rendirte al sueño
luciendo una sonrisa
que me arranque a tiras el aliento.
