“Tenalach: la relación que uno tiene con la tierra, el agua y el aire; una conexión profunda que te hace ser uno con la naturaleza”
A veces enredo las ramas
de la piel
porque creo estar hecha de hojas secas
y petricor,
porque veo los acantilados
como una oportunidad
de vida extraña
y no me importaría saltar
con la fe agarrada
al estómago de que el agua
me acogerá
como una vez hizo;
no creo estar hecha de asfalto
y cemento,
en esta vida o en ninguna,
no sé si fui mitología
pero Madrid comenzó a parecer
una prisión de vigas
hace mucho.
A veces creo perder los ojos
en los claros de los bosques
que nunca visité
pero se sienten como una casa
a la que siempre volver
si la gran ciudad se queda pequeña,
este no es mi sitio,
este no es mi país
ni el sitio donde las almas se curan;
quizá me han criado mal
y me hayan inculcado un miedo
irracional al verano,
pero el aura cobra sentido
cuando escucha los pájaros en invierno
y Diciembre se convierte
en un refugio de lluvia en bucle
y hace que quiera morir en Octubre
por el recuerdo de un otoño temprano;
Septiembre cambió a Coldplay
hace tres años
como la radio cambió Julio el año pasado,
me senté donde la gravedad descansa
y me volví verde esperando.
Verde como el color,
como la canción
o la naturaleza que no merezco,
verde como los ojos que cambian
el mundo
o las flores que utilizaría en contra de mi pelo
cuando hay humedad si no fuese
alérgica a la belleza;
verde como el complemento
que no me gusta si voy de negro
y el único astro que parece enfermo
de tanto brillar.
A veces no distingo los colores,
no consigo recordar el tono de mis raíces
y como cortarlas para volver
a ser lo que antes me hizo
escribir tanta poesía
en tan poco espacio,
para volver a especular
sobre el universo en mi ventana
y como esperaba en el rellano
a dejarme secuestrar
por una constelación que regala
mis cartas de tarot;
a veces duermo más de noche
con tal de soñar que la tierra llevará
mi nombre.
He borrado este poema
tantas veces que no recuerdo
cómo empezó,
que las palabras usadas
se han quedado en la memoria
de un ordenador
o en otra dimensión
que contradice lo que está por escribir
en éste;
he mirado a un atardecer roto
muchas veces
hasta que un sol se partió en dos
y dejó ver un cielo
que unía todas las estaciones
y la decepción de que no fuese el fin
del mundo,
era un cielo tan amable y aburrido
que resultó ser extraordinario
y consiguió dividirme en secuelas.
Últimamente no encuentro
el resto de mí,
lo que queda de mí
y mi egoísmo al usarme
como aliteración,
el irlandés me hizo buscar
la belleza
en los libros
pero aún así no me veo.
Poemario: https://www.lulu.com/en/us/shop/roc%C3%ADo-romero-garc%C3%ADa/tenalach/paperback/product-dp8m2m.html?page=1&pageSize=4