No temo que te vayas
sino que te quedes,
que tu imagen resuene
como un eco silente
en mi cabeza.
Me asusta que no seas tú,
que tus ojos, tu boca,
tu voz… vivan en otra piel
pretérita,
que tu latido despegado
nos diga que estamos
juntos pero separados.
Pero,
sobre todo,
me da miedo
que la bruma
del tiempo
empañe lo vivido,
y nos convierta
en meros
des
co
no
ci
dos.
Muchas gracias, Mina. Así es… A veces, el tiempo o las circunstancias arrugan los tiempos dorados y nos convierten en seres timoratos. Gracias por entrar y valorar… ¡Saludos!
Muchas gracias por la visita y tu valiosa apreciación, María. Coincido contigo en que determinados temores se puede prevenir, pero también proporcionan material poético. ¡Abrazo!