…
Cuando el hambre me ataqué y
con su teatralidad me incite a comer y a llorar,
te llamaré.
Cuando la ciudad duerma y no sobreviva,
cuando se olvide de arreglarse el pelo,
te llamaré.
Cuando el instinto me venga desde debajo de los pantalones
y me llame la vida,
te llamaré.
Cuando los cariños absolutos golpeen la puerta
y ya no haya vuelo, ni pájaro,
te llamaré.
Cuando a la ciudad el olvido la adorne y
yo me olvide de mi nombre,
te llamaré.
continúa