Hoy tengo colgada del amanecer el alma
vibrando entre en las gotas de rocío,
sorprendida en el trino de un pájaro que canta.
Pero para vivir, debo ceñirme la mañana
floja a la cintura como al descuido.
Como el pareo airoso de esa diva de carne
Dejar que pasen rozando leves el sol y el aire.
Que no rompan los temblores en que estoy inmerso
ni estos regustos de sabores sensuales
Esta admiración por esos límpidos colores
que parecen pétalos hechos de diamante
y esos sonidos como campanas de cristales.
Que vengas a mí en esta algarabía de sol,
Que los dos seamos como una gran tea que arde
hasta que se enrede en mis tobillos la tarde.
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