Crueles fueron tus brazos y que muda tu boca
cuando triste rogaba a tu ley que destroza.
Pobre animal, que pobre “Cervatillo inocente…”
pues creyéndose lobo, era solo un pelele.
Pero la culpa es mía, te tenía en un trono;
perfumando tus pies… cubriéndote de oro.
“Cervatillo inocente”: mascota y no tu hombre.
¡Oh, qué bajo caí, pues, eras frío cobre!
Y en la última queja que sale de mi pluma
y de esta blanca hoja de penas y rupturas,
te digo mis dolores, la lágrima del alma,
que broto por tu trato, que me hirió por tu bala.
No todo está perdido, aprendí la lección,
ya que mi dignidad vale más que el rencor…
Te perdono las culpas y todos tus insultos,
me perdono a mi mismo, ya que el karma es muy justo.
Solo espero que un día se te acabe tu invierno,
pues, hoy en día, estoy con mi amor verdadero.
“Astro del alba nueva”; mi eterna primavera…
La dueña de mis versos, mi estrella, mi nereida.
Hoy me siento ya amado y no aquél Cervatillo
que temblaba de frío por tu trato conmigo.
Hoy me siento en el cielo, con un alma amarilla,
derrochando pasión, festejando la vida.
Maravillosos tus pareados alejandrinos. Es un poema muy hermoso, muy intenso, empapado totalmente en el amor hiriente con un final de esperanza. Muy en el espíritu del reto. Gracias.