Estoy aquí sentada en esta tarde somnolienta,
precursora temprana del verano
hilvanando, verso a verso,
las cicatrices de mi tiempo.
Y salgo a la baranda florecida, abriendo la cancela de silencio.
Los azulados alhelíes, las camelias blancas
-ausentes de caricias-
derraman espesas lágrimas de versos.
¡Qué tarde!
¡Qué tarde es para todo!
¡Qué tarde ya…!
La tarde…
Desde abajo, el río Tinto, adormecido y manso, me trae
amarillas y rojizas evocaciones del olvido
y en sus orillas calcinadas, descorre lentamente,
los frágiles visillos del recuerdo.
Y soy, como este río de cobre que late, sin aparente vida.
Y en sus teñidas aguas -aguas de sangre anaranjada-
una nostalgia extraña me circunda.
Es ya el atardecer.
Una gaviota vuela ya sin alas…
Me quedaré un poco más en este sol, que por el río
camina lentamente y reverbera,
para morir en las hermosas marismas
-plenas de oro-
de mi Huelva.
Ahh todo un paisaje en tus hermosos versos con briznas de nostalgias esa tarde de tarde, te imagino tejiendo tus versos con tu mente y tu alma!!! Bsssss!!!
@mariaprieto siempre es un placer leer tus versos, matizados de algo, evocando recuerdos, elogiando instantes, una maravilla. Muchas felicidades poetisa. Abrazos cariñosos
Una tarde adormilada que inspira bellos versos tan nostálgicos y meláncolicos, que entre aromas y colores y con una áurea pincelada
retrata la Huelva consentida.
Abrazos afectuosos, María!
Son las luces… y las sombras siempre detrás. Como decía mi madre “no es oro todo lo que reluce”…sin interrogaciones.
Esos lugares hay que buscarlos, a veces están delante de tus ojos y no se ven ni se aprecian.
Gracias amigo, siempre me alegra tu visita. Un abrazo fuerte, Carlos.
Hola David! Bienvenido a Poémame, me alegra mucho que pases por aquí. Nos leeremos!! Un placer para mí leerte también, compañero, espero tus versos. Un abrazo.