Tantos años escuchando
el eco del estruendo,
el sonido de la melodía,
del campanario de esa vida
donde los sueños volaban,
donde las palabras rotas el viento llevaba,
donde las confundidas miradas se perdían
en la penumbra de la memoria,
donde te equivocabas
restando importancia a lo importante
que transitaba por la calle
siguiendo un sueño,
porque crees que nada cambia
cuando todos utilizan
los mismos métodos.
Tantos años observando
las gárgolas sentadas
en el pedestal de la torre
sin decir nada,
dejando que la imaginación
discurse su palabrería,
como esa que utiliza
el mundo, para disfrazar
realidad y mentira.
Tanto tiempo ha pasado
que ahora ha llegado
ese momento esperado
en que tengo que escuchar
el silencio…
no el silencio de otros
sino mi propio silenció,
ese que no he escuchado
por falta de tiempo.
Pippo Bunorrotri.