Al día siguiente celebro la vida,
con música, pan, vino y poesía.
Sentado en cualquier esquina,
mirando lo que se me ofrezca,
sin pedirle nada al tiempo,
ni a lo que me queda de alegría,
sino, tan solo,
que me deje seguir disfrutando
el día siguiente de cada día.
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Parece poco…pero es mucho…
Disfrutemos de los momentos, muy bonito.
Un abrazo, Carlos!
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Así es estimada María. Gracias. Un abrazo.
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