Sobre la niebla que aprisiona cada nombre
está tu nombre
oculto tras la lluvia.
Otro modo de olvidar tu nombre
es que brote en palabras que diluvian.
Porque…también se vale llorar con palabras,
yo pido, por piedad, un día
para poder escribir
estas lágrimas.
Y en gamas de tinta roja empapar papeles
sobre las horas largas.
Hay que nombrar de nuevo cada cosa,
para aliviar la herida y el recuerdo,
he de derramar entonces, mojadas palabras
sobre tantos versos…
Con la letra empapada lloraré palabras
sobre estas hojas,
ni una sola me guardaré siquiera
hasta deshojar tu nombre…como una rosa.
¡Oh me ha encantado! La continuidad de la sombra, evoca un espacio lúgubre y humedo; los argumentos reciben una resolución inmediata al confirmar que se puede “llorar con palabras” todo se afianza sobre un nombre (yo presumo que puede ser de un hombre) pero también podría ser de un perro, de un gato, de un universo extinto en el diluvio. No una madre, ni naturaleza posible, todo edificado en un sujeto masculino, como un dios en la penumbra,la rosa, las lágrimas son partícipes circunstanciales.
—Perdón por la emoción. Aplaudo.
Muchas gracias por tu emocionada interpretación!! Tu análisis es correctísimo, un nombre masculino dio cuerpo a este poema. Encantada con tu visita. Feliz fin de semana!
El título de tu poema es el inicio del llanto de tus versos.
Hay que llorarlo todo, para brotar de nuevo, y que limpio llanto tienen tus palabras.
Aplaudo tu poema Fabiana.