Tabernas

Escondido en la distancia
el calor asfixia las neuronas
del diablo del cascabel.

Un corazón herido se desboca,
el sudor traza surcos de hiel
en la tierra y sus recuerdos.

Los recodos de la memoria
son meandros abandonados
en historias del pasado.

Hay rescoldos ateridos
en el frío del desierto
que se sabe impenetrable.

Un lagarto dormita al sol
en una siesta interminable
que le encamina al orgasmo.

Los idus de marzo asoman
en el polvoriento erial
que un día les ha de juzgar.

No quiero ser nueva miel
en un panal abandonado
ni el zángano de una reina.

Sobrevuelo el páramo
como halcón peregrino
y caigo como avión herido.

Muero en el mundo hostil
más sobrevivo a sus patrañas
dejándome embaucar.

La vida es un insulto,
engaña a la inteligencia
y deja alejarse el amor.

El pueblo sigue solitario
las puertas del saloon
chirrían en su vaivén.

La polvareda oculta todo,
el misterio del pasado
permanece atrapado.

Los espectros levitan
con sus ajadas levitas
y sus colts enfundados.

El astro incandescente
contempla desde lejos
el melancólico westerm.

El polvo ulula en el viento
se aleja de lo establecido
y se difumina en la soledad.


Imagen tomada del portal Fotocasa

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Siento como que tu poema evoca un western crepuscular.

Versos donde el polvo, los recuerdos y la soledad son balas disparadas al corazón.

La desolación de ese desierto interior…la has reflejado en el paisaje yermo de Tabernas, nuestro desierto almeriense.
Estuve allí hace muchos años.

Tus bellos versos la describen tan bien.

Un abrazo, Pedro!

(PD: Se te olvidó la autoría de la imagen, amigo).

Un bello y descriptivo paseo por ese mundo “congelado en el pasado del furor del western”, muy envolvente, Pedro José!!!:hugs::hugs::clap::clap: