Puesta en escena… Una noche cualquiera en una vieja taberna. De fondo, un tango desgarrador. Varias copas en la barra. Ahogando penas en alcohol, dos desconocidos. Un cruce de miradas. Un cóctel explosivo…
Te susurré al oído…
hazme el amor.
Y me lo hiciste,
con todas sus consecuencias,
con cuerpo y alma,
con urgencia.
Y fuiste receptor de mi necesidad
y dador de vida, de sal y azúcar.
Me hiciste el amor
como si fuese tu primera vez
y la última mía,
como si lo hubieses inventado tú,
con hambre de mil días.
Yo no tenía ni boca
y me la dibujaste a besos.
Tus manos en mis pechos
encendieron dos volcanes
y descubriste sobre mi piel
un universo.
No fue ni siquiera amor,
no fue únicamente sexo.
Fue una descarga
que dio la vuelta al mundo
en ochenta minutos,
un viaje a través del tiempo,
un cara a cara,
un cuerpo a cuerpo.
No fue más que una locura
de un par de locos medio ebrios.
Lo que nació de un susurro,
duró unos ochenta minutos
y terminó en un momento.
Me hiciste el amor
como si fuese tu primera vez
y la última mía,
como si lo hubieses inventado tú,
con hambre de mil días.
Yo no tenía ni boca
y me la dibujaste con besos.
Tus manos en mis pechos
crearon dos volcanes
y descubriste sobre mi piel
un universo.
Erótico, altamente pasional y su vez con cierto contacto. Muy bueno compañera.
Me ha gustado mucho. Es muy gráfico, una puede “ver” lo que está contando el poema. Es intenso, y además, la lectura con la rima le da un ritmo agradable de leer. Bravo!