Porqué esa predisposición a la desidia,
al desconsuelo, al fracaso.
Para qué servía leer a Garcilaso,
si sus ojos felinos seguían arañándote
mientras fumabas sus cigarros
uno tras otro.
-No importa Jose, llevo otra pitillera.
Y la suspensión del coche suplicaba descanso.
Y la mueca de su cara preludiaba deserción.
Pero al dia siguiente bajabas al puente
adivinando su silueta entre los faros.
Otra vez presta entre tus hombros
a narrar sus incertidumbres,
mientras fumabas sus cigarros
uno tras otro.
3 Me gusta