Te moriste, en aquel sótano
antesala… —cantaban por Camarón
(“nana del caballo grande que no quiso el agua”)
madre e hijo en la azotea—…
Pretendía el reloj dormir las horas
(conejo que siempre llega tarde).
Yo debía comunicar la noticia.
….
¿Qué tiene que ver la poesía con la muerte?
Los poetas saben que no hay permanecer
en parte alguna.
¿Y los sueños?
….
En el sueño…
se aparecieron todas la mujeres, muertas,
de mi vida:
Antígona;
hermana;
toquilla de pan con nata;
madre;
la que se tragó el río;
aquella desvanecida en el paisaje.
….
Espacio sin bordes; sueño sin fondo:
todo lo que viertes en él se hace eterno.
….
Y en el duermevela surgieron palabras,
vendas que cizallan, unen, separan.
La muerte ocurrió por la noche.
Ya eran las cuatro de la tarde, yo tenía hambre,
y todavía no había comunicado la noticia.
Entre dos nubes se columpiaban las letras.
¿Era el único que sabía? (pesado saber,
palabra enquistada).
….
Con el primer sol: abrí los ojos; en el sueño
de octubre brillaba un poema.