Suena la lluvia,
de nuevo, en los cristales
de las ventanas.
La claraboya
inicia su sonata
de puro invierno.
¡Cuánta belleza
cambiando este silencio
por oración!
Dulce murmullo
del agua, enamorada,
pidiendo amor.
Y entre la tierra
se funde y se confunde
con gran pasión.
Nace la vida,
inician sus latidos
los girasoles.
Campos de trigo,
de avena y de cebada,
despiertan ya.
¡Hermoso llanto,
de lágrimas del cielo,
que ofrecen paz!
Paz para el hombre,
sediento vagabundo,
buscando el pan.
Rafael Sánchez Ortega ©
02/01/21
La lluvia siempre ha sido una fuente de inspiración que, parece, nos regala el cielo en forma de besos, de lágrimas, de suspiros y de miles de metáforas e interpretaciones que cada uno realiza de tales momentos. Seguro que todos nos hemos mojado alguna vez en la vida, y que hemos sonreído con la lluvia. Y es que ella ha sido una parte importante de “nuestra vida” y de cada uno de nosotros desde esa infancia tan añorada y recordada.
