Una lágrima es siempre mensaje…
… como la de un infante,
si su amor más grande…
… tal vez se haya ido…
Su agujereado barco de preguntas,
es más denso
que el mar que le sustenta;
puede hundirse lento;
lleva pintado un “te extraño”,
en pinceladas desteñidas.
Ahora sus manitas,
dudarán tocar la rosa…
… solo le advierten:
¡Cuidado!;
hay espinas maliciosas.
Se revientan globos en su mente;
y sus juguetes,
ahora objetos extraños,
que crean estallidos
simultáneos.
Y si las cortinas, mal sueños,
y sombras en el cuarto,
le amenacen con gritarle;
¿Dónde estarán los brazos,
que prometieron defenderle?.
¿Quién me acompaña
a restaurarle dibujos,
a inventar historias,
desde su casa en el árbol;
a descender en la bici,
a la cabaña del abuelo;
esa lejana del cuadro?.
¿Quién quiere ser,
la próxima aurora en sus oídos,
y su pan caliente, sin hambre pequeño;
quién su moneda a la noria,
quién su librito de cuentos.
¿Quién se suma a ser héroe,
al menos en la próxima esquina,
quién aunque sea con risas,
y “prestarle” un instante,
o una fugaz golosina?.
Voy a empezar
con no voltear la vista;
quizás no devolveré su barco,
ni arregle total su herida;
pero le enseñaré esperanza;
a no despreciar la rosa,
por temer a la espina.