Quiero borrar tu cuerpo de mi nombre
ese que se ahoga con el tallo imperceptible
de un aroma que sueña a cada noche.
Los lamentos se desnudan prisioneros
de ese amanecer tembloroso
ingrávido,
desvaneciendo la ternura navegante de un sueño.
Se dice fácil,
somos esclavos del amor
que brota en silencio.
Ignorando la agonía de la piel
que con miedo conserva las palabras,
aún existo y grito fuerte
esa es mi virtud.
Endurecido en la cúspide
de un principio y su esperanza,
Dios estaba antes y esta ahora conmigo.
Olvido las cenizas del cansancio
la mirada descendiente de un latido,
el pensamiento que espanta con una lágrima.
Amor, te creo
porqué soy tempestad,
soy tus ojos náufragos en el infinito de un cielo.
Sonrío con mi testimonio mutilado
pero inviolable en el amor,
con la mirada anegando a la vida.
Entonces te encontraré
en la turba de un espacio aprisionado,
la nostalgia es inmensa en la tempestad
pero recuerda
después viene la calma.
Soy la calma,
me dicen el amoroso.
