Sonido que se oculta, despedida
de espumas y coral adormecido;
las tumbas que la guerra da al olvido,
el sucio desconsuelo y la perdida
ceniza de una lágrima podrida.
El eco que se ausenta y desprendido
pervive en los barrancos, el gemido
atroz de los soldados y la herida
soltando su veneno y su distancia.
La música del miedo, la sustancia
que labra los caminos de lo inerte
en la honda madrugada donde pastan
corceles del espanto y se subastan
las cúpulas doradas de la muerte.