Sin duda alguna padre tuve ausente,
que trabajó sin queja como un burro
y con su mente puesta sobre el curro,
ya se creía un hombre consecuente.
Pues resultaba acaso suficiente
una palabra a modo de susurro,
que resultara aún mejor que un churro
para haber relajado igual la mente.
Si es que a veces un gesto de cariño,
que poco cuesta reconforta el alma
como si fuera el más rico tesoro,
que alegrar alegrara a cualquier niño
cuán importante es disfrutar la calma
toda la vida en paz y con decoro.