A LAS TRES
Cerré los ojos mientras acababa la noche,
ella bailaba desnuda
-envuenta en el humo-
canciones de Sister of mercy.
Analizaba sus gestos, sus miradas,
su atractiva lógica inconsciente,
escultura encarnada en aliento y sábanas frías,
solo quería fumarme profundamente su boca.
Mis heridas, huellas ya disueltas en el tiempo,
convirtieron el plomo en un metal precioso
y por fin, echada en la cama,
hice balsas de mis manos navegando en su piel
como si un pintor quisiera dibujarla
acariciando todas las orillas posibles.