Quizás mi ingenuidad imperdonable
me pueda aún jugar malas pasadas,
dejándome las vistas atascadas
y ajeno a la razón, lo más probable.
Considerar pudiera lamentable
que la piel me zurcieran a patadas,
por mantener mis reglas bien atadas
al sentir de cualquier indeseable.
Huelga decir que a golpes me resista
que otro remedio a mano no me queda
mientras el buen humor no me abandone,
sin que llegue a pecar de conformista
porque al actuar como mejor proceda
es de esperar que el brío se me entone.