“Tomó la golondrina el viejo nido”
cansada de volar a la deriva,
al mostrarse en su propio ambiente esquiva
sin voz en su terruño más querido.
Agallas de mujer tuvo, y ha sido
ejemplo de saberse siempre arriba,
cuando firme tenía la misiva
de no dejar su huella en el olvido.
Demasiado sufrió nuestra poeta
Rosalía de Castro por sus dotes,
y también por mostrase consecuente
al no medrar y parecer coqueta
admirando al varón por sus bigotes
sino por su tesón independiente.