Nunca a mi libertad le pongas cotos
si en algo tú valoras hoy mis juicios,
por lo cual y según muchos indicios
al resultar los sueños todos rotos,
es que no fuimos nunca muy devotos
en poner en valor los beneficios,
ni a diario en compartir los sacrificios
que anunciaban brutales terremotos.
Ni confundas la dicha con mi llanto,
viendo cuántos suspiros sin respuesta
hoy se ven arrastrados por el viento
allá donde el cerebro por encanto,
quizás en razonar no se molesta
al correr por detrás del sentimiento