Que se sepa sentido alguno tiene
hoy día el recrearse en la derrota,
si no es que haciendo a veces el idiota
quien al ajedrez juegue se condene.
Pues aunque en la batalla llueva y truene,
si el contrincante sin perfil se agota
poco debe tener de compatriota,
y presumir de ganso le conviene.
Será que yo aprendí desde la infancia
a demostrar mis fuerzas de flaqueza
en los momentos de mayor agobio,
cuando tras valorar la circunstancia
si daba por perdida alguna pieza
cambiaba de estrategia, como es obvio.