Soneto.- adivinar no logro

Adivinar no logro mi destino
cuando de pronto cruje mi cabeza,
al tiempo que sin más delicadeza
tirado me las veo en el camino.

Quiera Dios que jamás me falte el vino,
ni de noche me ataque la pereza
ante la cual se anula la agudeza,
para no andar de bruces y sin tino.

Y es que cualquiera a diario se deprime
si el reflejo del sol no le acompaña
en su deambular por este mundo,

y tanto que sin nadie que le estime
llevarse bien podría una castaña
por desgracia segundo tras segundo.

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